irene
Microcuento de Irene
Apoyé la cabeza en el volante. Eran las cuatro de la mañana. El lamento peleó contra mi ansiedad en aquel momento. Me golpeé la frente buscando un sentido. No podía arrancar. Esa fiesta. Éxtasis, heroína y alcohol. Me había hecho daño, sobre todo mi amiga Cristina que después de "Lucía, ayúdame" no volvió a abrir los ojso jamás. Aprieto los dientes. La canción que sonaba en ese instante no me ayudaba. Nota de suicidio de Porta. Resoplaba una y otra vez. Pisé el acelerador, 60, 80, 100, 120, 140 km/h. Dejé de pensar. Pero no. No era mi hora. Me desperté y seguía allí, en el mismo sitio. Solo unas cuantas horas pasadas, el amanecer y otra canción eran testigos de lo ocurrido.
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