La Primera Vez

La Primera Vez 

De Celeste García Comes 

1
Me encantan las noches de otoño. De normal el árbol desplumado que da a mi ventana parece saludarme al son del viento y numerosas hojas decoran mi jardín. Si no fuera porque hoy es luna llena, ni tan siquiera podría localizarlo. En cambio hoy la niebla tapa su semblante y el viento brilla por su ausencia. Los niños de mi urbanización parecen disfrutarlo. Oigo sus gritos de júbilo desde aquí. Suena el timbre. Me asomo por la ventana. Mierda. Llega muy pronto. ¿Qué camisa me pongo? Ésta misma. Me la puse ayer, pero me encanta.

- ¡Has llegado pronto! Creo que es la primera vez.- le espeto yo.
- Que exagerada eres Liz. ¿No pensarás ir así, verdad?
- Pues sí - No me había puesto nada especial, pero iba bastante bien: unos vaqueros, mi camisa a cuadros y unos botines -. ¿Qué tiene de malo?
- Que con eso no te comes ni un rosco querida. ¿Dónde piensas que vamos? Es una fiesta de Halloween, eh.
- ¿Para qué crees que es eso?- Señalo la careta del asesino del de “Viernes 13” de mi hermano que está en la mesa del recibidor.
- Estás de coña, ¿no? Menos mal que vengo preparada. Vamos, va, te voy a poner irresistible.

De normal pasaría de lo que me dijera Marta pero hoy tengo un objetivo. Hacerlo por primera vez; y debo admitir que necesito ayuda. Hace tiempo que busco a la persona adecuada, pero parece que no existe y no puedo seguir esperando. “Dios, ¿No tienes nada decente?” dice Marta con frustración mientras rebusca en mi armario. Saca ropa sin cesar. Esto sirve, esto no, va diciendo. “Definitivamente este” dice alzando un mini vestido negro de encaje que está tal cual lo deje hace un año cuando me lo regaló mi madre.

Ya había decidido dejarme llevar así que no tiene sentido resistirme ahora. Me hace sentarme sobre la cama para pintarme y cuando termina exclama entusiasmada “He creado una obra de arte”. Yo estoy escéptica, al mirarme al espejo me veo rara, disfrazada. No es que esté fea pero definitivamente no soy yo. Quizás eso es lo que necesito. Aun así sigo sin entender de qué voy disfrazada. Solo cuando Marta me pone lo que ella llama “el toque final”, un gorro puntiagudo, lo entiendo. Menudo cliché.

2
Ya hemos pasado la ciudad. Desde que salimos Marta no ha parado de parlotear de cómo será la fiesta. Cada vez estamos más cerca. Tengo la boca seca. Respiro hondo. Tres veces. Juego con mis manos. ¿Cómo es posible que escuche los latidos de mi corazón? No sé si es buena idea. Me puedo volver. Puedo decirle a Marta que pare y me vuelvo en autobús ¿Por aquí pasarán? Seguro que sí, pero a lo mejor ya es tarde. No puedo llamar a mi madre, me lo echaría en cara. Déjalo. Ya no hay vuelta atrás.

El camino hasta ahora se me había hecho ameno pero el pueblo en el que nos encontramos más bien invita a que demos media vuelta y nos larguemos. Casi no llego a ver lo que tengo delante. Sé que hay algunas casas a los lados de la calle por la tenue luz que sale de alguna de las ventanas, pero no se escucha absolutamente nada.

- Marta, ¿no hemos pasado por aquí antes?- señalo al ver la fuente que juraría haber visto al entrar al pueblo-. No me digas que nos hemos perdido.
- No, tranquila, está todo controlado. Sé por dónde voy.
- No te lo crees ni tú, ¿pero no viniste el año pasado?
- Tu misma lo has dicho, el año pasado. ¿No esperarás que me sepa el camino de pi a pa no? Pero tranquila que sé que estamos cerca.
- ¿Enserio? ¿Que lo sabes por tu olfato alcoholizado? ¿Por qué no pones el GPS?
- Muy lista Sherlock, ¿crees que no lo había pensado ya?- me reprocha-. No hay cobertura.
- Genial. Bueno, pues nos volvemos a casa.
- De eso nada. ¡Mira! Pregunta a esa mujer.

Me asusto al ver una anciana situada a mi derecha, a unos pasos de mi ventanilla. No puedo verle la cara. Lleva un pañuelo alrededor de la cabeza y camina cabizbaja con dificultad, cojeando de una pierna y arrastrando un carrito de la compra. Me da pena. Disculpe señora. No se inmuta. ¡¿Señora?! Es imposible que no me escuche. Claramente me está ignorando. ¡Señora! ¡Señora! grita Marta impaciente acercándose a mi ventanilla y dejándome sorda. Pero nada, no responde

La anciana sigue su camino. Marta acerca el coche lo más cerca posible de la mujer y pita tres veces. Finalmente la mujer para pero se queda inmóvil y se queda así una eternidad. Justo cuando Marta coge aire para hablar, la mujer gira bruscamente la cabeza. Yo me sobre salto y unos ojos claros se clavan en la oscuridad de los míos y parece que escarben dentro de mi hasta lugares donde ni yo he llegado. No puedo moverme. Contengo el aire de mi respiración.

- ¿Sí?- Solo al escuchar su voz consigo volver a respirar-. ¿Quieren algo señoritas? - Buenas, ¿podría decirnos por donde se va a la villa de Blair?- pregunta Marta con total tranquilidad.
- Sí, claro. Es muy sencillo pero…Ay, muchachas, no querría meterme… pero no les recomiendo ir. ¡Señor, qué historias se escuchan! Muertos de jovenzuelos en la villa, esos guateques, ¡Siempre malditos! Dicen que hay una bruja. Los que venís de fuera nunca escucháis, pero ay, más de uno se arrepintió. Parecéis buenas chicas, no me gustaría que os pasara nada.
- No se preocupe, quédese tranquila que tenemos amigos allí esperándonos - responde Marta al instante.
- Bien. Si insisten… sigan esta calle y atraviesen todo el pueblo hasta toparse con el bosque, allí encontrará una indicación que señala el camino por el que se va a la villa. No tiene perdida. ¡Cuidado Mozas! Que la noche es larga y hoy se abren portales.
- Lo tendremos, gracias.

Las palabras de la mujer me habían dejado mal cuerpo. Si durante el camino estaba empezando a tener dudas sobre si es buena idea ir a esta fiesta, ahora no las tengo. Definitivamente no es buena idea. El objetivo de esta noche va perdiendo importancia.

- Ah, no le hagas ni caso. Todo va a salir genial. Ya verás cómo será una noche inolvidable. Para mí lo fue el año pasado- intenta tranquilizarme Marta.

Sus palabras me tranquilizan un poco pero sigo sintiendo un nudo en el estómago. Para más inri, si el pueblo era siniestro, el bosque ni te cuento. Menos mal que Marta ha bajado la velocidad porque parece que nos vamos a dar contra un árbol en cualquier momento.

De pronto empezamos a ver una luz entre los árboles y cuanto más nos acercamos, más escuchamos una serie de voces y música de fondo. Al fin conseguimos llegar a la casa. La luz y la música amena invitan a entrar, pero el rosto de la mansión te invita a huir, atravesar el bosque y no volver jamás. No es solo por su vejez y descuido. Es su perfume, sus gritos. Se me hace insoportable mantener la mirada, como cuando viene una escena sangrienta en una peli de terror. Creo que ni en sus mejores tiempos debió ser una mansión victoriana digna de ser visitada.

3
NIVEL 1. FUERZA
Nada más entrar un chico nos puso una pulsera de color rosa y nos guío hacia la derecha. Marta ya me había advertido de cómo era el juego. La casa, que tenía dos plantas y una buhardilla, la habían dividido en 5 salas como si fueran los niveles de un juego, y para pasar de nivel (sala) debías pasar una prueba. Por cada prueba superada te daban una pulsera. La persona que pase todos los niveles tendrá en total 6 pulseras: la primera que te dan nada más entrar y las que te dan por nivel superado. El que posea todas recibirá el llamado Premio Blair, que nadie sabe que es.

Alejandra, una de las nuevas amigas de Marta de la fraternidad y probablemente a la única que tolero, se acerca entusiasmada para darnos la bienvenida.

- Ya pensaba que no vendríais. Temía que me dejarais sola con Sofía y su sequito.
- No entiendo porque hacéis siempre lo que ella dice- le increpo.
- Bueno tampoco es que te obligue a nada, pero…ya lo entenderás cuando estés dentro – me anima dándome unos golpecitos en el brazo.
- Si es que finalmente entra- nos sorprende Sofía acercándose por detrás-. Hola chicas. Liz, estás guapísima. ¡No pareces tú!- dice con sarcasmo.
- Gracias, creo- parece no escucharme porque simplemente sigue su camino.

Mientras Marta va a por unas bebidas para relajar el ambiente, yo me entretengo observando a la pintoresca malgama de gente que hay en la sala. Debo admitir que hay disfraces muy originales, hay un chico disfrazado de Cheetos y una chica vestida de ficha del juego de quien es quien. Aunque también hay otros que se repiten, como las chicas vestidas de conejitas de playboy sangrientas. Entiendo que no sean vegetarianas pero me parece un poco sádico reivindicarlo de esa manera.

Entre todos sin duda mi favorito es un chico de ojos azules y cabello medio largo que va vestido de Joker sexy. No es que el Joker en sí sea sexy pero a él el traje violeta con chaleco verde le queda como anillo al dedo, marca a la perfección su cuerpo. Una pena que esté hablando con una chica. Aunque a quien quiero engañar, no creo que sea capaz de lanzarme a nadie. Tengo que ser atrevida, pero no sé cómo.

- Bueno que, ¿después de esta copa pasamos la primera prueba?- pregunta Ale, alejándome de mis pensamientos.
- No pienso esperarme a que vosotras dos os terminéis la copa.- dice Marta mofándose de nosotras.
- No pensarás dejarme sola ya ¿no? – le reprocho yo.
- Tranquila Liz, nos vemos al otro lado. Así tienes doble motivación- dice guiñándome un ojo y encaminándose a la plataforma.

La prueba, que está a un lateral de la sala, consiste en llevar una pelota de goma de un lado al otro de la sala con las manos y los pies atados, a la vez que saltas obstáculos entre los cuales se encuentran péndulos amenazadores. La peor parte es que si caes lo haces sobre un charco de lo que parece sangre falsa y debes volver a empezar.

Marta, antes de empezarla se termina su cerveza y con decisión coge la pelota con la boca y salta con rapidez y agilidad la mayoría de los obstáculos. Solo cuando está en el último, parece dudar y se le empieza a mover la bola. Por suerte, hábilmente consigue escupir la bola con suficiente fuerza como para pasarla al otro lado sin que el péndulo golpee la bola y la tire el charco. Así después salta con mayor facilidad para llegar a la meta.

Algunos espectadores se quejan de la jugada pero el juez parece darlo por bueno porque le dan una pulsera roja y le indican que pase al siguiente nivel. Otro chico se dispone a intentarlo y antes de que alguien se me adelante me coloco ante la plataforma para ser la siguiente. No pienso quedarme aquí sin Marta. Me fijo que el chico coge también la bola con la boca y al tercer obstáculo se le resbala y le obligan a caer al charco con ella. Dios, espero tener más suerte que él. Es mi turno. Me atan las manos y los pies y cojo la pelota con la boca para después colocarla entre mis piernas así conseguiré sujetarla mejor que con la boca.

Antes de saltar el primer obstáculo mi mirada se encuentra con el sexy joker quien parece interesado en mi jugada. Concéntrate, me obligo a mirar hacia delante. Uff, el corazón me va a explotar. Tranquila, tú puedes.

Me fijo en el péndulo, pasa cada 4 segundos aproximadamente. Justo tras pasar por enfrente de mi cara, hago el primer salto. Bien. La pelota sigue en su sitio. Salto el siguiente. Otro menos. Mierda. El péndulo me roza el brazo al saltar el siguiente obstáculo y me balanceo. Por suerte consigo mantener el equilibrio. La pelota se ha deslizado un poco hacia abajo pero sigue entre mis piernas. Respiro hondo y despejo mi mente. Lo voy a conseguir. Suelto el aire y me fijo en el movimiento de los péndulos. No sé cómo lo consigo pero sin dudarlo salto con rapidez. Cuando me quiero dar cuenta ya me encuentro al otro lado de la plataforma. Sí, sí, sí. Recibo la pulsera encantada.

4
NIVEL 2. INTELIGENCIA
Me guían a la otra sala que está justo en frente de la primera. Cuando entro busco a Marta. Hay bastante gente pero un poco menos que en la anterior. La encuentro en una esquina junto a un chico susurrándole algo al oído. No pierde el tiempo. Debo admitir que una parte de mi la envidia.

- Ya sabía que lo conseguirías- grita Marta sorprendiendo al chico que le acompaña, que parece encandilado con ella-. Solo necesitabas algo de motivación amiga.
- ¡Menuda motivación! Gracias por dejarme sola- digo con sarcasmo.
- Liz, no te enfades. Ya verás cómo vale la pena. Va, anímate, vamos a tomarnos una copa.
- Ya os las traigo yo- se anticipa el Batman que le acompaña.

Marta aprovecha para ir al baño. De pronto escucho un gran barullo proveniente de una esquina de la sala. Me acerco a ver. Se trata de la nueva prueba. Varias personas rodean a tres o cuatro parejas sentadas en taburetes que responden las preguntas que realiza el presentador. Una pareja acaba de fallar y con decepción se levantan y dejan los taburetes.

Una voz masculina suena a mis espaldas “¿Quieres una copa?” pregunta. Me giro y me sorprende ver al flamante joker. De cerca impresiona incluso más. Claramente es atractivo, con o sin disfraz. Estoy a punto de abrir la boca cuando Marta se me adelanta, “por supuesto” dice y coge la copa. Si las miradas mataran, yo ahora mismo soy una asesina. Intento relajarme al recordar que no estamos solas, pero por suerte él parece tan molesto como yo con la interrupción de Marta. “¿Y se puede saber quién eres? ¿y qué quieres?” le interroga Marta. “Soy Matt. Tan solo quería invitar a tu amiga a jugar conmigo la siguiente prueba” responde con una fingida sonrisa que gracias a su disfraz se siente amenazadora y terrorífica. “Perfecto, me apunto” digo. Cojo al Joker de la mano y me alejo lo más rápido posible de marta antes de que se le ocurra ponerme más en ridículo y le haga huir.

Solo cuando ya la he perdido de vista, caigo en la cuenta de que le estoy estrangulando la mano y le suelto. “Perdona, es que mi amiga puede llegar a ser muy pesada” me disculpo con las mejillas ardiendo. “No hay problema, me alegra que lo hayas hecho” dice con una tierna sonrisa que inevitablemente hace surgir la mía y que mi corazón bata a un ritmo anormal. “¿Jugamos?” me invita aún con esa sonrisa en sus labios. Encantada respondo con un rotundo y excesivo “sí”.

Justo cuando llegamos. Una de las parejas sale vencedora y el juego vuelve a empezar. Por suerte, a parte de nosotros solo hay dos parejas más que juegan en esta ronda. Ocupamos nuestros taburetes como la pareja del equipo azul. Las otras dos son el rojo y el amarillo.

- Bienvenidos y bienvenidas criaturas malignas de aquí y del más allá- nos dice el presentador-. Como ya sabéis para pasar al siguiente infierno debéis contestar correctamente a mis preguntas. El desgraciado o desgraciada que no las acierte será eliminado y obligado a beberse una de nuestras pócimas preparadas por nuestro suculento público- nos advierte señalando los pequeños calderos donde el gente vierte parte de sus bebidas-. Empezamos con el equipo amarillo.

El presentador les pregunta quienes fueron los artífices de la masacre de Columbine, Colorado, en 1999, solo los nombres de pila bastan. Parecen dudar. Hablan entre ellos y responden Eric y Dylan. “¡Correcto!” grita el presentador. ”A vosotros también os han hecho bullying alguna vez ¿verdad?” dice con malicia el presentador. Después pregunta al equipo rojo cuantas fueron las victimas reconocidas oficialmente de Jack el Destripador. Un chico de la segunda pareja respondió al instante, 7. Tras una pausa el presentador grita “¡Pues…va a ser que no! Reconocidas oficialmente por la policía tan solo son 5, las muertes de Emma Smith y Martha Tabram no fueron reconocidas por la policía como víctimas de Jack, aunque tu podrías ser una de ellas” dice guiñándole el ojo al concursante. No me queda claro si intenta ligar con él o simplemente quiere insultarlo llamándole puta.

Es nuestro turno. Ya solo quedamos nosotros y el equipo amarillo. “Ten paciencia al contestar, Liz, tenemos tiempo para comentarlo entre nosotros” me recomienda el Joker. Entonces caigo en que no le había dicho mi nombre, ¿cómo es posible que lo sepa? me pregunto. El presentador me distrae de mis pensamientos al preguntarnos quienes provocaron el inicio de los juicios de Salem. Me lo sé. Me lo sé. “Betty Perris y Abigail Williams” digo en voz alta. Mierda, no le he consultado a Matt. Como haya fallado me muero. Se va a cagar en mí. Que bocazas soy. No puedo evitar ser una sabelotodo. Por favor, que haya acertado. “Menuda bruja estás hecha tú porque…lo has adivinado” dice el presentador relajando mi corazón que estaba a punto de explotar. “Muy bien, eres un genio” me dice Matt al oído. Menos mal, no parece enfadado.

Les vuelve a tocar al equipo amarillo, no escucho la pregunta, porque estoy distraída repasando lo ocurrido, pero responden rápido y aciertan. Nos vuelve a tocar. “¿En qué conocido asesino se basa Stephen King para escribir IT?” pregunta el presentador. “No tengo ni idea, no me gustan las películas de miedo” le susurro a Matt. “Tranquila, por suerte a mí me encantan” dice con esa sonrisa que me derrite. “John Gacy, más conocido como Pogo el Payaso” responde Matt al presentador. “¡Coooorrecto! Veo que a alguien le gusta el sadismo…” se regocija el presentador.

Bien, le toca a los amarillos. “¿Que secta propició un suicidio masivo en un rancho de Santa Fe, California, en 1997?” les preguntó el presentador. Parece que no lo tienen claro porque tardan en contestar, hasta el punto que el presentador insiste en que lo hagan ya. Al fin responden “El Templo del pueblo”. Tras una pausa el presentador dice “La respuesta es… ¡incorrecta! Esto sí que ha sido un suicidio en toda regla. Enhorabuena equipo rojo. El presentador nos da una pulsera azul a cada uno y nos dice con sarcasmo “disfrutad del infierno”.


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