Juego del Tarot 28/11




Protagonista: El Colgado Invertido = rebelde, inconformista, una persona que se ha sacrificado durante mucho tiempo por una creencia o una persona y ya no está dispuesta a sufrir por nada ni nadie.Una persona irascible, una revolución. Ya no ve la vida como era antes, una concepción que tenía del mundo ha cambiado radicalmente, se da cuenta de que se ha sacrificado por nada. Sin recompensa.
Conflicto: El Sol Invertido = tenemos la felicidad, pero está tras unos nubarrones oscuros. No nos damos cuenta de que realmente tenemos suerte, ¿por qué no soy feliz si lo tengo todo? Tristeza a pesar de tener una vida plena. Aspirar a más, verlo todo negro, pesimismo.
Resolución: El Mago = La sugestión y la ley de atracción nos ayudan a superar un problema. Es nuestra mente, la magia de nuestro interior, lo que nos impulsa a mejorar. Los cuatro elementos, un brujo, la magia. Es una persona activa y masculina, actua, no se quieda quieto. Si tiene un problema, lo resuelve.

La sangre corrió por su pecho. El cristal se había hecho añicos en su rostro. Yo sonreí. Los presentes profesaban una mueca entre el terror y la sorpresa. Nadie, hace tan solo veinticuatro horas, se hubiera esperado de mí esa reacción. Pero ya no podía soportar su forma de tratarme, sus palabras, sus miradas de escarnio, el eco de las carcajadas. La neutralidad de los que no golpean, sino de los que observan. La amabilidad desperdiciada y otra mejilla más que muere en mis brazos, por haber sido abofeteada en demasiadas ocasiones. Pero ahora unos ojos llenos de ira, los míos. Un atisbo distinto en mis pieles.

¿Qué problema tienes, Lucas? Si lo tienes todo. Estaba harto de oír esa frase. Tienes unos padres que te comprenden, que te consienten, tienes un ordenador, tienes internet, lo tienes todo. Tienes, tener, tengo (Nada). ¿No ves que no es eso lo que ilumina mis días? ¡No me importa una mierda nada de eso! Mi cielo sigue nublado por una nube sin identificar, un intruso en mis entrañas. Y hasta ayer no sabía qué era, no sabía que quería. No sabía mi rumbo. Pero ahora, sí, lo sé. No quiero arrodillarme nunca más.

No voy a esperar un beso y recibir, a cambio, un esputo por mi espera. Quien siempre estuvo sentado, quién siempre apoyó su espalda, se levanta ahora. No os lo esperabais, ¿verdad? El caos se adueñó de la clase, la profesora salió corriendo en busca del director, no encontraba su móvil en el bolso y le entró el pánico. La botella rota seguía en mis manos, él mordía el suelo, bajo él solo ríos cobrizos. Ya no me harían daño las palabras, pero tampoco me haría falta el cristal roto. La sangre cayó también de mis ojos, de mis labios, mis ojos se volvieron negros. Las paredes comenzaron a corroerse, surgió un esqueleto de metal de las paredes. Levanté la mano derecha. Todos los presentes se desvanecieron en un estrangulamiento que desató sus carnes.


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